14 febrero 1996

Acerca de la poesía


Obra de Tomasa Martin
“No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino por el
contrario el ser social es lo que determina su conciencia.

¿Qué demuestra la historia de las ideas sino que la producción intelectual
se transforma con la producción material?”
C. Marx

Es quizá hoy cuando con más necesidad tengamos que responder y de la forma más radical nunca planteada, no sólo al papel de la literatura en general, sino de forma aún más exacta al motivo y razón de la poesía: En sus “formas” y contenidos: Si expresión de la espiritualidad estilizada del hombre o mero producto de consumo, cambio y uso.

¿Es la cultura una fuerza productiva o una manifestación de las fuerzas productivas en su doble antagonismo de aceptar, embellecer, el momento histórico concreto en que se plasma. Es posible una cultura: Una poesía “en cometido progresista” y rupturísta. Se puede hacer poesía en un presente sin futuro o en el que la conciencia generalizada sea la de no tener un modelo social-económico alternativo y donde los mejores logros: Estado de bienestar: Programas y actitudes de igualdad social: Desarrollo de las garantías humanísticas, etc..., son permanentemente cuestionados, cuando no pisoteados.

Es el debate sobre formas: más allá del ejercicio didactivo, lo que nos puede alumbrar sobre la posibilidad de una poesía para el futuro: Cuando el mundo parece estancado, sin pulso ni fuerzas para romper con los ya únicos modelos capitalistas de expoliación y conducta?.

Pareciera que un debate lógico, sería, el que pretendiera sin narcisismos ni endiosamientos absurdos, la explicación racional a la crisis del producto cultural y poético en particular, que diera respuesta a la pérdida de su influjo social histórico y, quizá también, al hecho de que junto a su crisis: Exista una no despreciable expectativa y demanda en recuperar un papel de tangible existencialidad, uso e influencia, en el contexto de una utilidad nueva para la cultura: La producción de ideas en imágenes en general.

Ello, a pesar de las restricciones a la proyección de autores noveles, “marginales” o contestatarios, la super-valorización de algunas obras y la tan manida insistencia, por contra, en la crisis del producto cultural, contra una, por lo menos teórica, mayor base cultural-educativa en el país.

Así, nos encontramos en este momento conque sí hay muchos poetas: La lírica en concreto, a poco que escarbes, inunda por doquier. Pero hay pocos, muy pocos, de reconocida autoridad, de cabal empuje: De social empaque: De propuesta transformativa mejor sobre el pasado. Poca industria transmisora: Demasiados anaqueles mustios en librerías y bibliotecas.

La cultura: La poesía: El cuerpo cultural para existir, en tanto que algo más que la mostración del modelo social existente, no puede tener sólo una actitud de “heroico testaferro”: Tiene que dejar de ser testigo, para ser: Arma: Código y anuncio de nuevo hecho. Quizá aquí esté el motivo de la pérdida de posición del producto cultural más allá de lo mostrario.

Puede ser placentero contemplar, apreciar o gozar un campo labrado en sus diversas formas: Una catedral de rancio o nuevo abolengo: Un edificio-habitáculo construido en récord tiempo: Un ingenio mecánico útil de un tiempo a otro: Un poema de Góngora; Lope, Bécquer, Espronceda, Neruda o Antonio Carvajal: Ellos y todo: El resto de cosas son producto de un momento histórico, ¿los deslegitima?; respuesta a una necesidad dada. Y podemos, debemos, admirarlos por su originalidad y eficacia en responder a su momento, a su necesidad, y por ello, además: Podemos seguirles apreciando.

Mas: cada momento histórico, cada necesidad ha tenido que ser respondida originalmente: Y esa propia originalidad en cuanto objeto de uso es y ha sido su propio límite. Es bien claro que la resolución de un reto, su misma derival complejidad, hace definir nuevos desafíos y en tanto nuevas respuestas: Así, se va acendrado el patrimonio de conocimientos de la humanidad. Necesidad a necesidad. Respuesta a respuesta. Derrota a derrota y sus victorias consecuentes.

Tal es así, que la poesía: cual producto y objeto de uso, necesariamente tiene que pertenecer a una época y reescribirse en las futuras: Tiene que constructivamente destruir su propio método transcriptivo, pues su esencia: Su necesidad intrínseca: La recreación del mundo realmente existente y su alabanza o denuesto, se resitúa en permanente tránsito. Aquí podría caber también aquello de que: Puede que: “El producto cultural: La poesía siempre se repite: Una vez en forma de copia y otra con cuerpo de fiasco”. A lo mejor, otra: Notada en forma de transgresal apuesta.

Sí: Yo estoy de acuerdo con Juan Arias cuando pidió: Que los poetas; por lo que me atañe: ¡Gritásemos!. En que ejerzamos en nuestra época el oficio y ofrezcamos palabras para comenzar a discernir un futuro en el que se permita distinguir a la poesía.

Un mundo en el que sepamos que la mejor poesía es la que sirviendo en sí: Transciende el tiempo aun su específico uso o motivo, la virtualidad de su presente porque acontece en los pasajes humanos más acendrados y visualiza día a día su luminosa sonoridad, arrebato, placidez o belleza. Que nos pace o enerva, así el motivo que une a distinto seres y sociedades distintas en tiempos y tiempos también distintos, pero que nos hace: Fiel: Finalmente conscientes constructores de un mundo para hombres: De en todos: Uno y todos.
La cultura
¡Ah!, la poesía ...