08 enero 2006

Con la democracia

Obra de Cornelis Escher

Estamos asistiendo estos días primeros de 2006 a hechos que hubiéramos deseado no se hubiesen producido, acontecimientos que nos sitúan con exactitud en la real situación política en la que nos movemos, según la cual una mayoría de partidos trabajan por mejorar el gobierno presente y por encauzar democráticamente el futuro, y otro que está instalado en la dinamitación de tal mayoría. Nada nuevo en esto, pero sí en lo que se ha apoyado en los últimos días; las inadmisibles declaraciones de un general sobre la actitud a adoptar por los militares de aprobarse la modificación del Estatuto de Autonomía de Cataluña en curso de discusión y resolución, declaraciones que son una provocación de alguien que se ha inmiscuido en asuntos que le son constitucionalmente vedados en su condición de militar en ejercicio. Su arresto, destitución y paso al retiro es una respuesta mínima y absolutamente necesaria. Que con las armas no se debe jugar, siempre ha sido un buen consejo.

Y si en sí misma esta intervención es rechazable y punible, no lo es menos la actitud complaciente y justificativa del PP hacia dicha actitud, hecho gravísimo pues expresa de manera inequívoca que un partido de gobierno como ese no sólo está contra la opinión de unos u otros distinta a la suya, sino que estaría dispuesto a interpretaciones y acciones difícilmente justificables desde la democracia y la Constitución Española. Es decir, lo que han desnudado los posicionamientos por esas declaraciones es que no es casual la soledad política del PP, es más, que lo es porque se le puede entrever que no descarta imponerse a los demás sin importarle un resultado electoral determinado.

Y tal cuestión vuelve a poner en el debate de principio el compromiso de la derecha más ultramontana y visceral del nacionalismo españolita para con el ejercicio democrático y las instituciones que le conforman. Demuestra que, como se ha dicho otras veces, la derecha tiene mal perder, que no ha asimilado su perdida del gobierno. Que su actitud vuelve a explicar aquel “Pujol: enano” y el anticatalanismo militante de esta gente. Explican las llamadas al boicot del cava y otras cosas producidas en Cataluña. Vuelve a explicar que sigan trabajando incansablemente contra el real interés general de España, concepto del que tanto y tan vanamente se vanaglorian. También, y más específicamente, que estén contra tantísimos andaluces, extremeños y ciudadanos de otras comunidades del estado que conforman colectivos muy importantes que viven, trabajan y progresan en Cataluña. Gentes que fueron a buscar una mejor vida expulsados de sus pueblos y ciudades cuando el gobierno de todo era propiedad indiscutida de señoritos, latifundistas y castas del poder españolista. Decenios hemos sufrido los efectos y acción de su depredación que nos ha estado matando a fuerza de represión, explotación, ineptitud y negación de todo progreso. Y no es que fuera blando el sistema capitalista y la explotación del trabajo en Cataluña, no, el lugar donde se ejercita no modifica la naturaleza del sistema. Pero sí es generosa aquella tierra. Sí son los catalanes tan buenos como el mejor en su aportación a lo que somos como estado e historia.

Y no quiero olvidar que fue Cataluña el último territorio de la España de la Republica y de la esperanza en un mundo mejor. Que fue de avanzada en la defensa de la democracia ante el fascismo. Y creo que soterrado odio y porfía a la venganza también los hay en estos por ello. Nunca han perdonado los éxitos de Cataluña, siempre los consideran ajenos al nosotros. Cuánta distancia entre el presidente Adolfo Suárez y su aportación a la recuperación de la Generalidad y la autonomía en Cataluña y esta laya de negacionistas de la España de las autonomías. Cuánta distancia la que hay entre un dirigente catalán de la derecha como Durán i Lleida y los Rajoy y compañía.

Y estando como están en su salsa histórica, como fenómeno actual van más allá al militar, sólo hay que recordar a Aznar de justificador de Bush en tantas de sus agresiones, en el plan del capitalismo internacional de dominación de las conquistas democráticas nacionales, en la extensión del imperialismo a través de la imposición de la globalización y de la represión de los movimientos de democratización económica, política y social contra las exigencias de un sistema cada vez más concentrado, especulativo y agresivo. De ahí la llamada guerra contra el terrorismo más allá de los atentados en EEUU, España, Inglaterra u otros países. De ahí el tratar de imponer tratos de relación igual para partes desiguales tan contestados por los débiles en tantos lugares del planeta. De ahí la pretendida equiparación del concepto agresión con el de defensa para definir lo que es terrorismo, o mejor expresado, para enmascarar la sustracción del derecho de autodefensa del que es agredido. De ahí la asimetría que se intenta imponer para disponer de la tecnología nuclear, más allá de la opinión que esta nos merezca, tratando de impedir la aplicación de las leyes internacionales que regulan esta cuestión a según quien porque se le opone o contesta. De ahí la negación a firmar los acuerdos para la protección del medio ambiente y contra el cambio climático, lo que necesariamente impondría condiciones y reducciones a la depredación de los recursos naturales por este capitalismo del consumismo desaforado y despilfarrador que malgasta el mundo en productos absolutamente innecesarios y a los que manda vertiginosamente a los vertederos, con lo que ello supone de destrucción, de negación del futuro para la humanidad que empezamos a contemplar a través de las reacciones cada vez más claras de autodefensa del planeta. O, es que es de creer fortuita la proliferación de terremotos, de huracanes, de maremotos, de sequías extremas y asesinas, de lluvias torrenciales que nos matan día a día y que avisan de lo que va a venir de continuar la monstruosidad a la que asistimos.

De ahí que pretendan que no existan leyes internacionales más que para justificar los intereses de unos y que a la vez les hagan intocables. De ahí el control sobre los medios de adoctrinamiento de masas: la televisión, las agencias de información, los medios de comunicación, la producción, distribución y medios de consumo de productos culturales y de ocio, el control de las comunicaciones telefónicas, de internet u otros medios, y que nos educan segundo a segundo hacia la pasividad y la violencia y otros fenómenos antisociales. Hacia la negación del derecho del otro y de lo distinto. De ahí la cada vez más vigilada actividad de la ciudadanía; existen millones de cámaras y sistemas controlándonos a cada instante. No quepa duda de que son pocos los lugares que escapan al ojo censor. De que son pocos los lugares para la privacidad de un gesto amoroso por que sí, de ternura y afectividad privada. Pocos o ningún lugar escapan para hacer algo propio sin que tenga que ser fisgoneado y censurado por los que controlan.

El gran hermano no sólo es esto, es mucho más aberrante de lo que podemos aquí explicar y muy peligroso, siendo lo dicho parte de él o que le ayuda a ser. Y es en esto en lo que están y a lo que nos quieren llevar sin que podamos defendernos. Por ello la afirmación de la defensa de la democracia y la exigencia de la verdad del para qué se gobierna, no sólo no es una actitud gratuita sino que lo es de vital importancia para la supervivencia.