15 marzo 2003

No con ningún nombre ¡ No a la Guerra!

Guerra de Irak

Es hermoso saber de la solidaridad humana, de los ejemplos de solidaridad humana. Es hermoso saber que a pesar de las múltiples agresiones, de las incalculables embestidas contra la racionalidad y el derecho de mejor vida de los ciudadanos infringidos desde el partido de la guerra, partido que se escenifica hoy en Bush, Blair, Aznar y lo que representan, el movimiento ciudadano por la paz y un derecho internacional igual para toso sigue resistiendo, sigue creciendo y tomando iniciativas. Es hermoso saber que no todos lo humanos nos doblegamos a los intereses de los poderosos a pesar de sus medios de coerción. A pesar de sus discursos apocalípticos. A pesar de sus descomunales alardes de medios guerreros. A pesar de su odio hacia todo lo que no se les doblega. Me siento realmente emocionado de la salud vital, intelectual de tantos millones de ciudadanos del mundo como hoy están peleando por la paz. Y es posible que cuando estas palabras se lean, el partido de la guerra, los bárbaros de siempre, hayan iniciado la guerra en Irak. Que hayan producido miles, centenares de miles de muertos, de asesinadas personas. Que hayan lanzado miles y miles de bombas. Pero debemos tenerlo claro, esas bombas no serán lanzadas sólo contra los iraquíes. Lo serán contra la mayoría. Contra la razón y el derecho. Contra la posibilidad de una vida mejor favorecida en libertad, en igualdad y posibilidades de desarrollo progresista y de futuro.

Es posible, sí, que cuando se lean estas palabras ya se hayan lanzado sobre Bagdad las miles de bombas con las que amenazan. Que ya nos hayan metido en el mundo de las tinieblas, en el mundo de lo no ser. Pero ese hecho terrible no debe de pararnos, debemos continuar la lucha por afirmar nuestra presencia, nuestro derecho. Soy de los que opinan que si ellos hacen la guerra nosotros, los ciudadanos, hemos de parar el mundo. Hemos de parar todas las actividades ciudadanas del mundo.

Y habrá gente que quizás n entienda que esto debamos de hacerlo. Quizás no entiendan que se habrá traspasado la frontera, que se habrá destruido el significado del concepto de ciudadanía, del concepto de libertad y que, entonces, ya estaremos en la situación de la legítima defensa, de responder legítimamente para no ser esclavos, gentes sin voz, sin derechos y sin nombre. Para no ser solo cosa o número, porque en el instante mismo del estallido de la primera bomba nos habrán devuelto al mundo de lo sin freno, a la barbarie, a lo de ser carne de cañón, a lo de ser seres sin valor ¿No nos acordamos de lo que hemos vivido. Ya no nos acordamos de Franco y de los fascistas? ¿Quizás Aznar, hijos y aláteres se van a alistar para estar en primera línea de fuego. No serán estos los primeros en buscar refugio y salvación?

Vivimos una situación en la que ya no vale ponerse vendas en los ojos. Estamos viviendo la utilización sin medida de las palabras más preciadas: libertad, derecho, antiterrorismo, etc., por aquellos mismos que se permiten negarlas en sus significados y significantes con detenciones ilegales de personas. Que hacen detenciones, agresiones incalificables como Guantánamo y otros lugares en nombre de la libertad y del beneficio nuestro. Y ello no es verdad. No se puede defender la libertad, el derecho, la igualdad con lo su contrario, con la negación de lo que se dice defender.

Y viene al caso decir que la palabra terrorismo se ha convertido en una especie de talismán engullidor de verdad y racionalidad. Una especie de patente de corzo p’ara estigmatizar al contrario. Para insultar y agredir al que pide explicaciones, al que disiente de los análisis y mensajes de lo por ellos establecido. La palabra terrorismo se ha instrumentalizado hasta ser la palanca con la que negar toda posibilidad de discrepancia y amordazar opiniones, por cierto, cuanto más disconformes más racionales, y a oposiciones de toda laya. La palabra terrorismo se ha convertido en una coartada con la que se jalea, se atemoriza y se espantaja a los demás, o estás conmigo o contra mí, nos han dicho, como chantaje ante convocatorias electorales venideras de resultados siempre inciertos, por otra parte, y como si fuese esa, lo electoral, la única función partidaria o de la inteligencia. Estos bárbaros sólo admiten gentes y mentalidades sumisas, esclavas.

El terrorismo se ha convertido en una añagaza general con la que se está coartando el derecho positivo y las mejores cuotas de democracia y de libertad conquistada. Tengo la certeza, aquí y ahora, de haber perdido la seguridad que los derechos colectivos con los que constitucionalmente nos habíamos dotado, en gran parte han desaparecido. Está la evidencia. No hay más que asomarse a los medios de comunicación e imponerse la tarea de escuchar a los voceros oficiales para constatar censores inquisitoriales se han arrogado el derecho de interpretar nuestro pensamiento y actos y utilizarlos a su antojo, a su interés malsano.

De estas cosas es de lo que estamos hablando, de la democracia, de los derechos, de la justicia, de tener un trabajo o ejercer una actividad en función de nuestra capacidad y sin mediaciones corruptas. Estamos hablando de la posibilidad de criar a nuestros hijos con seguridad real y de tratar de darles un futuro digno y de acuerdo a sus capacidades.

Por eso es importante la movilización por la paz, por eso han sido y son tan importantes las manifestaciones y firmas en todo el mundo contra la guerra. Por eso es importante la presencia ciudadana viva, la voz personal y colectiva diciendo que cuando votamos lo hacemos por el buen gobierno y por la paz. También para decir que todo no vale hacer con un voto ejercido, en nombre del voto que en un momento determinado hemos otorgado. Para decirles que en nuestro nombre no pueden pretender hacer lo pro y lo contra. Que no se pueden hacer creer que la guerra es la normalidad y que en ella debemos de participar. Es importante estar y ser cuantos más mejor para conseguir parar a la guerra. Para decirles: No en nuestro nombre. Una y millones de veces ¡No a la guerra!