07 agosto 2005

Estados que parecen gaseosos

Obra de Paco Chika

Asombra ver la fiebre localista; los procesos y de revisión de los instrumentos jurídicos de gobierno local que se están dando en muchos lugares del mundo cuando ese mismo mundo inexorablemente avanza en el proceso de globalización y de uniformidad y sumisión al yanquísimo imperial y falte una respuesta social global al proceso. Que conste que por los de aquí no estoy por la existencia de un estado centralista, menos nacionalista, menos derechista, que es en lo que general y finalmente se culminan. Tengo clarísimo que la libertad se concreta siempre primero en uno mismo.

Y clama la incapacidad, interesada en parte, obtusa en otra, de las naciones que pueden, para ofrecer una alternativa de superación al estado actual de unipolaridad de las cosas del mundo, para la modificación del funcionamiento y la adopción de una nueva representatividad de Naciones Unidas que debiera impedir actuaciones y situaciones como la de Irak y otras. Más pareciera que, con sonrisa de profiden y colmillos de acero, están en el devorarse entre ellos.
Llama la atención el cerval miedo que se trasmite desde los medios de comunicación al llamado despertar chino, al nuevo papel de competidor global capitalista con el que no sólo inunda al mundo de productos a bajo precio sino que se va constituyendo en referente fundamental del mundo económico creando o comprando empresas multinacionales y compitiéndole y recortándole de la tarta al mundo capitalista rico mercados e influencia en todo el orbe.

Pasma la enorme dificultad que se tiene en nuestro país, después de los veinte y tantos años de aprobada la Constitución y las toneladas de banales laudatorias sobre ella recibidas, para aplicar con normalidad, no ya la sustancia sino la propia letra de la misma; reconocer y practicar en verdad los preceptos de igualdad, de justicia, igualdad y laicidad que contiene cuando vemos el espectáculo de los apologistas anti-gobierno voceando contra los derechos de los homosexuales y las otras leyes de carácter social que se vienen aprobando por las Cortes en este último periodo.

Patidifuso se queda uno ante la asquerosa utilización política que se viene haciendo de las víctimas y muertos por el terrorismo pretendiendo una representación interpretativa imperativa hoy de lo que personas con las que, por más que nos duela su desaparición fueron del ayer, condicionarnos. Utilización con la que se quiere dictar el devenir del hoy y del posible distinto mañana. Es decir, se pretende decir que todas aquellas personas tenían un vínculo, una actitud militante y una definida y definitiva posición política e ideológica por la que dieron la vida en el combate personal y directo antiterrorista. Y no es verdad. En esas circunstancias muy pocos la tenían, y murieron por ello: Lluch, Jáuregui, Tomás y Valiente ...

Lo que sí es verdad es que la mayoría murieron “accidentalmente” aún la mano y voluntad de los terroristas. Es decir, la verdad es que pudieron ser ellas o pudimos ser nosotros. Que lo realmente importante es que no haya ninguna más y acabar cuanto antes con ETA. Evitar nuevas víctimas. Dejar de sumar muertes en la lista es lo realmente importante. Pero esto no es así en la consideración de otros, y viendo a algunos políticos y dirigentes de asociaciones de familiares y víctimas se percibe que lo que quisieran es que nuevas víctimas siguieran justificando sus circunstancias y viscerales misivas. Y preguntan sobre qué nos costará hablar, yo no lo sé. Lo que sí sé es que más nos cuesta no haber acabado antes con esa violencia.

Vivimos, es claro, en un mundo complejo, lleno de espejos y duales y no siempre buenos reflejos de nosotros mismos. Un mundo de la globalidad y, a la vez, tan mínimo que pareciera único y nuevo. Pero no lo es ni tan siquiera en la forma de expresarse lo hegemónico: ni por el control de los mercados, ni en cómo expresar el poder indiscutido. Mucho menos en el plano de lo ideológico con los Bush, Chirac, Blair, Berlusconi, Rajoy-Aznar de corifeos..., que se expresan para las realidades actuales y el estadio del capitalismo sin más referencia a sus anales más antiguo que el de la explotación y la requisa privativa masiva de las plusvalías.

Y, ante ello, hay que recordar que el primer llamamiento de respuesta globalizada de lo humano, de respuesta ante el poder del capital, fue dado por los obreros cuando en el Manifiesto de 1848, inaugural de su movimiento clamó: Proletarios de todos los países ¡uníos!; y tan es así que hasta la primera organización obrera se llamó Internacional.

Y, ante todo esto que vivimos, una vergüenza que siento: la del hambre aún hoy existente en gran parte del mundo y el horror insufrible que provoca ante el derroche de alimentos y recursos del sistema. Y, una alegría y esperanza, la de las multitudes de gente, los ríos de vida clamando contra lo de este estado de cosas injusto y el hambre que provoca, defendiendo que se tomen medidas y soluciones de justicia.