10 octubre 2005

No era para esto...

Obra de Osvaldo Barra Cunningham

A pesar de poner voluntad en no insistir en tema y personajes, hemos de volver a ello. Nuestro adverso, el representante del ser patriotismo más decimonónico, el tipo de la guerra y el servilismo al poderoso tejano, el que una y otra vez miente al país, va diciendo por ahí, cual un Menen o Fugimori de su alma, que desde que las urnas le botaron todo va peor para España. Y sucede que se sucede felonía sobre otra escenificadas cada día en los noticiarios por un ex presidente del gobierno y actual consejero de estado al que todo lo que hagamos se le acontece catástrofe. Y lo dice quien es magra y estúpidamente costeado por el erario público, amén de lo que ya costó pagar por ser vociferador en escuela norteamericana y otras lindezas; constan las facturas pagadas por el gobierno. Y al menos sabemos lo que aquí se le pasa ¡Qué candidez la de su mujer diciéndole al Jesús Quintero que ahora allegaba a casa varias veces más dineros que cuando estaba en el gobierno. Pobrecito/s.

Y según su insidia estamos en tránsito al estallido final del estado del brazo del separatismo que nos asedia y mina. Que todos los que no como él, lo son inútiles, amén de traidores y enemigos heréticos de la patria, una y azul, que vive perenne en su memoria. Y ello, dicho muy seriamente, tan serio que redivive cura, tal aquellos del palio a Franco que iracundos nos infringían el infierno del futuro y todos los terrores de aquel presente si nos olvidábamos de la sumisión exigida al soez movimiento del generalito. Y parece, según jalean, que es una actitud bastante extendida y compartida por su bancada partidista y algún sector de la ciudadanía que se expresan en lo más derechoso de la derechota. Es decir, en las posiciones de la extrema derecha más franquista, más anacrónica y antidemocrática.

Asombra que se llenen la boca de Constitución, lobos disfrazados de corderos, tantos aquellos que no sólo no la votaran sino que la combatieron hasta el ataque involutivo. Quién no se acuerda de tejerazos, glalaxiazos y otros blandir de sables que ejercieron. Blasfemia social y política sobre blasfemia lo que hace este alter ego de la deslealtad y la falta de respeto a lo democráticamente constituido que pretende involucionar al país como si fuésemos estúpidos, gentes sin tino ni sino, cual si le debiéramos devoción y sumisión; se ve que no se quiere enterar de lo que significa el concepto ciudadanía. Como si ejercer el posicionamiento de las opciones políticas y las instituciones, de la soberanía de la que nos hemos dotado, fuese el mayor de los dislates y pérdida de juicio. Perpleja que un personaje como este aún tenga audiencia. O quizás no, tal vez sirva para mostrar cómo está la salud democrática del entorno, la interlocución ante la que tenemos que trabajar y avanzar. Y se retrata él, claro está. A este bitongo le produce urticaria la democracia, el juicio independiente, la soberana decisión, la opción y el derecho de hacer las cosas de otro modo. El tal, preso está de la visión represora y servil de la vida.

Y no, cómo vamos a negar las dificultades políticas, los problemas del sistema, los tiras y aflojas de los distintos intereses en danza. Pero de eso se trata, de ejercer en el territorio de lo político, de plantear lo contrapuesto y obtener acuerdo, si ello es posible. O que se adopte posición por el gobierno, con toda la normalidad, con toda la discrepancia y el respeto que merece ese derecho. Respeto, si lo adoptado responde desde lo ético y legítimo democrático al interés de lo colectivo. Rechazo, hasta lo más profundo, cuando se adoptan decisiones que redundan en el interés privativo de uno o algunos. Bien sabe éste ex presidente de esto último, no están tan lejos las operaciones privatizadoras de lo público que realizó en beneficio objetivo de sus amigos.

Menudo camelo nos dan estos con el señuelo de que si existe mercado y dinamismo económico y, aún más, la propia democracia, sólo es cuando las empresas están en manos de lo privado. Es el timo de la estampita por el cual en un momento hay que crear este o aquel negocio y fortalecerlo, invertir recursos de todos en ello porque es para servicio público y por lo que se nos carga un tanto en lo que contribuir, y que, cuando se ha capitalizado, es decir, cuando se ha pagado y engordado el tal ingenio, se montan debates y campañas para escenificar la presunta crisis de lo creado y tratar de convencernos de la bondad de pasar lo propiedad de todos a control de lo privado. Y ahí está el negocio, en la transferencia del dinero y la propiedad de lo colectivo al bolsillo privado.

¡Jopar! Sí que son unos hachas los beneficiarios. Sí, que son listos los bembones esos; sobre la caconia de lo colectivo hasta se les llena de honores y de masteres títulos. Se les nombra doctores honoris causa e hijos predilectos de instituciones de abolengo con derecho a que sus nombres estén en los rótulos de las calles de algunos municipios. Y toda la operación así, tan límpida, tan patriótica, tan bien vestida y bendecida. Mientras la verdad, la justicia, la igualdad, el derecho, la democracia, la constitución, el buen gobierno, se van llenando de alevosos ataques y operaciones de vaciamiento de sus contenidos progresivos. Se les trata de embarduñar de todos los escándalos y las porquerías inimaginables y quererles devenir en cosa vacua, en terrorífica declaración de inspector de finanzas, prefecto de la camisa azul y saludo de brazo en alto cesáreo, cantando el cara al sol y por la pústula franquista infectados.

Y no es esto, no es para esto que luchamos contra la dictadura y sus secuelas. No lo es para ser esclavos de las vacuas palabras, de los intereses de los especuladores y de las florecientes cuentas de resultados de los bancos. O de instituciones de representación ilusoria. Luchamos, hacemos los esfuerzos por la inmediata, por la plena reparación de vida e historia a la que este país tiene derecho y se reclama. Por construir de verdad la democracia y mostrar la verdad de la historia histórica. Tampoco es demasiado ¿No?