18 abril 2006

El sistema

Obra de Philip West

Está de actualidad estos días la corrupción, mejor dicho, las actuaciones policiales y judiciales contra toda una serie de elementos afincados en el Ayuntamiento de Marbella, algunos de los cuales han sido detenidos, pasados a disposición judicial y encarcelados: la alcaldesa, concejales, funcionarios, empresarios, etc. Sabemos de las actuaciones que se llevan a cabo también en otros lugares, entre ellos Orihuela; pobre pueblo natal del gran poeta del pueblo. Pobre Miguel Hernández al que otra vez agreden en sus éticas esencias.

Pero la actualidad de ello no es el problema, lo consustancial es el sistema, del que ya sabíamos de sus motivos, efectos y resultados. Lo novedoso estriba en que ahora se está actuado gubernativamente para acometerlo, que se ha disuelto a ese Ayuntamiento. Que se esté procediendo contra tramas e individuos ocupados en el saqueo utilizando el acaparamiento del poder municipal para promover la construcción desorbitada, la adulteración de los procedimientos y el injustificado y abusivo precio de la vivienda junto a la transmisión de espacios para usos públicos a negocios privativos, a favor propio. Da risa escuchar a los voceros del sistema hablar del capitalismo y del mercado, de la justeza del sistema y de la bondad de la ley de la oferta y la demanda ¡Tahúres!

En la filosofía del sistema está el principio de su irracionalidad e injusticia. Está en quienes hacen que todo sea vendible: El hombre. La mujer. La libertad. La justicia. La igualdad. El agua. El aire. El espacio. El fuego. Los alimentos. El vestido. Las ideas. La sanidad. La educación y enseñanza. La creatividad. Lo creado. Lo por crear. Los sentimientos. La conciencia. La ciencia. La tierra. La reproducción humana. La perpetuación de la vida o el derecho a la muerte y su dignidad. O lo digno. Lo que es de todos. Lo que adquirimos por y con la experiencia y aportación colectiva. La capacidad intelectual. El ocio. La cultura.

En el sistema está el fundamento de su rapacidad. La pela, sólo la pela es lo que mola. No nos asombremos pues. No seamos hipócritas. Somos lo que somos por nosotros mismos, por lo activo de nuestro pacer, por lo pasivo de nuestra existencia. Pero otro país es posible con más democracia, con más control efectivo de lo que acontece y con los ciudadanos tomando realmente parte de las decisiones políticas a través de procesos y formas no mediatizadas por los que se proclaman representativos y autorizados para hacer de todo en nuestro nombre.

Algunos de los que participamos en la conquista de la democracia ya veíamos, y denunciamos, el peligro antidemocrático profundo de la especulación y su corrupción aledaña. Y dimos batallas contra ello. Recuerdo una especialmente sangrante aquí, la del proceso para dar licencia y hacer un barrio, licencia que el equipo de gobierno no la estaba dispuesto a dar cual pretendían los constructores, por lo que se nos retiró la autoridad urbanística por un nefasto Consejero de urbanismo de la Junta de Andalucía, ¡y no para luchar contra la especulación, sino para apoyarla!, de cuya actuación las familias que compraron tienen muchos menos metros de parcela de lo que la normativa exigía. Los constructores se llenaron los bolsillos. Al Consejero le destituyeron. Los vecinos pagaron el precio por el total de sus viviendas mutiladas como si fuera lo legalmente establecido y justo. Especular, corromper y llevarse la pela; “maravillosa ecuación”. Sin embargo, yo doy las gracias por la actuación gubernamental contra ello. Ya era hora.