20 mayo 2001

De abril a abril: los sueños que vuelven

República Española

Aun hoy asombra el poder libertario, sugerente y subyugante, cultural, vivencialmente, de la experiencia democrática de la II República española; acontecimiento histórico que acaba de cumplir 70 años desde su proclamación un 14 de abril de esperanza. También, tantos años después, Portugal tuvo su 25 de abril florido de claveles sellando la boca de los fusiles.

Y es impresionante la cantidad de libros, de ensayos, de películas, de representaciones y obras teatrales, de canciones, de referencias públicas o privadas, de afectividades cívicas y deudas sin saldar que aun hoy subsisten, que se publican, que afloran. Quizás, porque la República fue, como ideario y proyecto político, la conjunción de los mejores valores de los mundos del trabajo y de las letras. Don Manuel Azaña, intelectual y máximo dirigente del estado republicano, lo dijo: “La presencia del proletariado en la administración y el gobierno del Estado es el primer paso que ha permitido en España hablar con justicia de un gobierno de carácter nacional”. Cuenta María Teresa León en su libro: Juego Limpio, una conversación que ilustra sobre manera lo que realmente entonces se ventilaba; y dicen: “La República, tú lo sabes bien, ha sido una aspiración de los inteligentes, las almas buenas y los borrachos... ¿Cómo, pero también va a gobernar toda esa gente sucia y piojosa? ¿De qué alcantarilla habrán salido tantos obreros? ¿ Pero era verdad eso de los socialistas? ¡A mí no me diga usted que esa gente que vive en pocilgas como lechones va a votar!”(
1)

Impresiona la huella memorística, metafórica del progreso significante de la II República que contrasta a su vez con la actitud vergonzante, no se puede alegar olvido, que los individuos e instituciones herederas de aquella forma de gobierno y espíritu cívico vienen, o venimos adoptando ante sus conmemoraciones, mucho más, ante el hacer realidad la parte de su legado hoy posible. Puede ser ello porque el horno, eso que los pedantes llaman el contexto histórico, no esté, yo lo dudo, para apoyarnos, para reivindicar lo mejor en una experiencia histórica originada por los ciudadanos y para serlo contra el modelo de orden de los que todo lo ordenan en su provecho.

Quizás, porque ha calado en demasía una cierta amnesia impuesta por la extensión ilimitada del pacto transitorio. El consenso que en un momento histórico fue formula para terminar con una pesadilla de más de 40 años, trasmutado en el tiempo y a todo aspecto de acción del estado está hoy condicionando la capacidad de progreso de un estado y un sistema político que hace tiempo no está en el tiempo de adquirir la democracia, sino en el de profundizar sus logros y desarrollar los preceptos constitucionales.

La pervivencia de ETA y el terrorismo, de nacionalismos con veleidades separatistas, la nulidad institucional del Senado, el olvido o inaplicación de preceptos de carácter social, vivienda, trabajo, más distribución de la riqueza, la justificación de acciones antidemocráticas desde el estado y ejecutadas por él, y otros casos, nos dice que hay algo que no está del todo claro, que hay que insistir en la democracia y en la defensa del espíritu constitucional de progreso que dio origen a nuestro contemporáneo proceso político.

A estas alturas, a alguien le puede parecer que estoy divagando. Que he empezado hablando de la II República y que estoy en otra cosa. Pues no, yo creo que no, porque la vida es una sucesión de herencias y todos somos herederos de la historia colectiva, buena o mala. Y existe su nostalgia, porque a la República no se la dejó vivir y con ello se nos mutiló del mayor y mejor intento nacional de vivirnos en democracia. Porque la derecha no ha cesado en querer hacer creer que es imposible construir otra sociedad sin sus valores de insolidaridad y negación. Porque como dice Ferrán Gallego(
2) quieren hacer creer “que nuestro pasado nunca existió, que nuestra ciudad fue un poblado farsante de estudios cinematográficos, con las fachadas huecas y el cartón piedra simulando estructuras y vegetación. Una feria de vanidades, una ilusión vertiginosa, el espectáculo de un espejismo diseñado por nuestra ilusión sedienta... Se nos dice que nuestra memoria ha inventado un paraíso donde sólo existió el exilio... Como si mientras Europa vivía experiencias de democracia... España no se instalaba a la sombra de sus fascistas en flor”.

Y se amparan para negar el legado republicano, en el ocultamiento de la historia anterior a su proclamación: la dictadura de Primo de Rivera, el gravísimo problema de forma de estado por la actitud general de la rancia monarquía de isabeles y alfonsos inundada de matanzas coloniales, asesinatos políticos, semanas trágicas, ley de fugas o pistolerismo patronal en las calles, y culpan a la República de ser un “error”, ocultando que en el bienio negro, los dos años de gobierno de derechas en la República, lo cometieron políticos y partidos como Lerroux y la CEDA de Gil Robles, con gravísimos acontecimientos que después se utilizaron para pretender invalidar el mejor legado republicano. Los aprovechó una derecha que ya miraba hacia el Berlín nazi y que hizo exterminar la Revolución de Asturias, movimiento de contraposición ante las acciones de tales gobiernos involucionistas. Derecha que mandó a Franco a aplastarla; al verdugo asesino de mineros, como en 1917. Al asesino de tantísimos otros en los años negros, terribles de su dictadura. No. No se tuvo la República la ayuda necesaria para su defensa. A España, el mundo la miraba con rencor porque interrumpía su siesta(
3)

Y han tratado de borrarla porque la República nos da otra representación de aquella realidad, la de: “junto al heroísmo de la autodefensa popular contra el fascismo, que pudieran ser familiares las inauguraciones de escuelas laicas, la lectura atenta en los Ateneos a donde acudían los trabajadores después de una extremada jornada de trabajo para estudiar, para leer novela o filosofía, para conocer el mundo a través de un tejido cultural alternativo al de la burguesía, que les había reduciendo sus horas de ocio a las estrictas para el descanso reproductor de fuerza de trabajo, buscando su embrutecimiento para impedirles no sólo pensar en su futuro, sino incluso apreciar la belleza”.(
4)

Mucho se ha escrito, dicho y visto sobre la II República Española, es verdad, pero quizás su espíritu tenga tanta presencia porque nada de lo posterior a llegado a ser lo mejor de ella. Quizás, porque queda demasiado por reconocer y saber de lo que fue aquella forma de gobierno y proyecto civil de mejor nación. Aquella esperanza de mejor vida de la que el socialista Luis Jiménez de Azúa, presidente de la comisión redactora de la Constitución Republicana dijo: “hemos escrito una Constitución progresista para no defraudar las ansias populares, espero que el pueblo español que salió a la calle a ganar la República, no tenga que salir un día a ganar su contenido”.(
5)

Dice Higinio Polo en su artículo: Sueños que regresan: la República española,(
6) que: “María Teresa León cuenta en sus memorias que a veces llegaban a su casa de exiliados en Roma, a la casa que compartía con Rafael Alberti, personas que llegaban desde la España del fascismo, a escondidas: les traían noticias y colores, los ecos de la España que cambiaba, palabras de las redes clandestinas y de la dignidad secuestrada; les traían el sabor a sal de la bahía de Cádiz o el rumor de las acacias del paseo de Rosales, la solidaridad obrera de los viejos anarquistas, de los herederos de Pablo Iglesias y de Dolores Ibárruri, el aliento de la República digna y combatiente que seguía existiendo: las personas que los visitaban en su trozo de república del Trastevere romano eran como los sueños que regresaban: como la propia república española”. Quizás, por todo esto sea que la República permanezca como referente; porque, aunque pocas veces en la vida, con ella sí hubo un tiempo en que el pasado fue mejor.

1 Juego limpio
2 El Viejo Topo
3 Juego Limpio
4 Juego Limpio
5 El Viejo Topo
6 El Viejo Topo